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La prueba del polígrafo, también conocida como “detector de mentiras”, tiene un propósito preventivo: evitar la contratación de empleados que puedan representar un riesgo para la empresa.
Este examen se implementa como parte del Proceso de Selección de Personal, evaluando tanto la información proporcionada por el candidato como aquella que haya sido omitida o falsificada.
Entre los aspectos evaluados se encuentran: identificación, nombre completo, lugar y fecha de nacimiento, estado civil, domicilios actuales y previos, nivel educativo, antecedentes laborales, motivos de desvinculación de empleos anteriores, antecedentes policiales o disciplinarios, servicio militar, consumo de alcohol o drogas, hábitos de juego, deudas, participación en actividades delictivas y crímenes no detectados.
Adicionalmente, se pueden incluir criterios específicos solicitados por el cliente, según el perfil del candidato que desea contratar.
La prueba del polígrafo tiene como objetivo evaluar la honestidad y confiabilidad de los empleados actuales, especialmente aquellos que ocupan puestos sensibles o trabajan en áreas donde se han identificado pérdidas o irregularidades.
Estos exámenes de rutina están diseñados para detectar posibles comportamientos indebidos en el lugar de trabajo que puedan afectar negativamente a la empresa, asegurando así un entorno laboral confiable y seguro.
Este tipo de prueba se enfoca en casos específicos, como pérdidas de dinero, robo de mercancías, robos generales, falsificación de documentos, fraudes y estafas.
El objetivo de la prueba es identificar a las personas involucradas y, en algunos casos, determinar las causas y el modus operandi de los responsables, proporcionando claridad y evidencia para la resolución del caso.